Por el dólar soja, el BCRA compró USD 5.000 millones en septiembre (y comenzó a perderlas tenuemente en octubre). Fue la adquisición de divisas privadas más veloz de los últimos 19 años y habría elevado las reservas internacionales netas (RIN) hasta USD 4 mil millones. Similar a la meta de USD 4,1 mil millones pautada con el FMI para el tercer trimestre.
Se remarca que la flexibilidad del FMI (muy amplia en general para Argentina respecto otros países) se “aplica” principalmente para las metas de Adelantos Transitorios y Resultado Primario. De incumplirse estas significaría más inflación (aunque ciertos ajustes como el tarifario para reducir subsidios también presionarán precios). En tanto, el FMI sería menos flexible en la meta de RIN ya que estaría mirando hacia 2024 (o que las autoridades actuales “entreguen” con RIN positivas).
Para cumplir o acercarse a la meta de reservas del acuerdo en el cuarto trimestre, faltarían USD 1.800 millones. Para ello, el gobierno debe cuidar las que tiene y hacerlas crecer. Los caminos posibles que podría tomar para lograr el objetivo son los siguientes:
La intención del gobierno sería acentuar ambas metodologías, asumiendo la restricción de evitar una devaluación, lo que podría generar los siguientes efectos:
La combinación de ambas metodologías del “Llegar”, cerrará más la economía (y más inflación en dólares). A la par, reducirá actividad por faltante de insumos y productos para vender.
En esa línea, téngase en cuenta que el Comercio pesa más de 15 puntos en el PBI, sin bienes para vender resultan perjudicados el PBI y la ausencia de insumos para la actividad industrial.
Es claro que el nuevo cierre de la economía empujará al alza los márgenes empresariales y a la baja productividad por menores importaciones de bienes de capital, “insumo fundamental” para crecer. Recuerde que Argentina no crece de forma neta el PBI real en los últimos 10 años, cayendo aún más el PBI per cápita. Claramente, el “Plan Llegar” no tiene en el radar la perspectiva de crecimiento.
De ahí que de mantenerse la disciplina monetaria y fiscal sería probable “alguna desaceleración”, obviamente de la mano de una caída significativa del PBI en el cuarto trimestre del 2022 y el primer trimestre del 2023.
Otra perspectiva del “Plan Llegar” está dada por la necesidad de recursos para mayor endeudamiento, dado que el gobierno necesita pagar un déficit fiscal primario de $1/1,2 mil millones (meta 2,5%) hasta fin de año, evitando así emisión fiscal del BCRA. En esa dirección, en septiembre no hubo adelantos transitorios del BCRA por tercer mes consecutivo.
En esa línea, el sistema financiero operó el mes pasado con creciente liquidez explicado con la expansión de los PF privados que en promedio subieron 7% (y arrastre del 6% para octubre), sumado al menor crecimiento de los préstamos privados del 2,5% en septiembre, ante la suba de tasas y la desaceleración de la actividad.
Así los bancos enfrentan una creciente liquidez, aplicándola a deuda pública, sumada al efecto de la opción a favor del sistema financiero de reconvertir deuda del gobierno nacional en deuda BCRA en el caso de una corrida.
La mayor liquidez del sistema financiero viabiliza la colocación de deuda nueva y así el gobierno continuará financiándose atento al límite de déficit fiscal primario en pesos acordado con el FMI. Por el momento, el Roll Over de la deuda se mantiene, el desafío será al cierre del primer trimestre 2023 con el riesgo electoral y económico por vencimientos.
En conclusión, la etapa actual del “Plan Llegar” se sintetiza en incrementar reservas y subir tasa de interés que, junto a los nuevos controles, tendrían por efecto contraer el PBI con un continuo flujo de recursos ($) hacia el gobierno vía mercado de capitales (con fuerte participación del sistema financiero).
Entendemos que, dado el cierre de la economía y otros ajustes de precios en regulados, la inflación seguiría por encima del 6% los próximos meses, que aún superaría a la tasa de interés pasiva (aunque se acotó fuerte la pérdida real) y más atrás el ritmo del tipo de cambio.